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Un lugar para el desestrés
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Dichas investigaciones apuntan que México podría perder hasta 38 ciudades a causa de una posible afectación en el aumento del nivel del mar, a nivel mundial, lo que significa que todas ellas desaparecerían debajo del agua. Es decir quedarían prácticamente sepultadas bajo el oceano.
Luego de que la NASA revelara fotografías de México desde el espacio, el sitio Flood Map, hizo un mapa interactivo, basándose en una serie de investigaciones de la NASA, en donde nuestro país no se ve nada lindo.
Además de la exploración espacial y de compartir imágenes de un cielo alienígena, la NASA siempre ha mostrado una preocupación genuina por el medio ambiente.
Cabe señalar que este alarmante escenario no es exclusivo de México, ya que en el mapa se puede apreciar que varias ciudades en el mundo podrían tener el mismo destino, de no tomarse en serio el tema del calentamiento global e invertir en modelos de energía autosustentable.
La intención del sitio es informar sobre las alarmantes consecuencias que causa el calentamiento global y que, pese a que los políticos siguen renuentes a colaborar para dar una solución temprana, la realidad sigue avanzando, poniendo a toda la humanidad en peligro de desaparecer.
México podría ser de los países más afectados debido a que se encuentra rodeado de costas alrededor de todo el territorio, por lo que varias ciudades se verían altamente afectadas e incluso quedarían por debajo del mar, esto, como un resultado del deshielo de los glaciares.
Considerando que el nivel del mar aumentara tan sólo 5 metros, una estimación muy optimista, Yucatán, Campeche y Veracruz serían de los estados más afectados, pero Tabasco podría estar en situación de emergencia, pues podría desaparecer prácticamente bajo el agua.
Las predicciones del mapa son aterradoras: ciudades como Celestún y Progreso serían rebasadas por el mar y Mérida podría convertirse en una ciudad costera. Mientras tanto, Campeche sufriría un efecto similar en algunas regiones y perdería las islas que le dan nombre a la Ciudad del Carmen.
En cuanto a Quintana Roo, la ciudad con mayor riesgo de desaparecer es Cancún, pues quedaría bajo el Atlántico y hablando del sur del estado, éste se convertiría en un archipiélago de islas.
Sin embargo, en un escenario menos optimista, en donde el deshielo de los glaciares se diera por completo, el mapa de México cambiaría tanto, que ciudades que hoy no tienen cercanía con el mar, como Monterrey, podrían convertirse en los nuevos centros turísticos de verano.
Por su parte, Canadá y Estados Unidos podrían perder poco más del 40% de su territorio, si el nivel del mar alcanzara los 66 metros y casi toda Latinoamérica desaparecería en su totalidad.
Mientras algunos están pensando cómo adaptarse a la nueva realidad y las cosas que van a cambiar por un tiempo, algo que nadie está considerando es que, de volver al estilo de vida que llevábamos con anterioridad, el fin de nuestra civilización sería inminente.
Por el contrario, es momento de hacernos responsables de nuestros actos y asumir que somos gran parte de todas las afectaciones que el planeta ha tenido en los últimos años debido a nuestro acelerado estilo de vida que sólo ha contribuido a precipitar el calentamiento global.
El tiempo se agota, nuestro planeta está muy enfermo, el cambio climático es una realidad, y ha llegado el momento de tomar acciones para conservar el planeta en el que vivimos, o de lo contrario lo lamentaremos.
*Extraído de la red por:
Don Fer Paque-taxo
(El garañon purépecha)
El descubrimiento ocurrió en 2019, cuando investigadores del Muse-Museo delle Scienze, Udzungwa Corridor LTD y el Museo Nacional de Kenia realizaban una excursión por la aldea de Uluti y las reservas forestales de Boma la Mzinga. Allí se toparon con un árbol que ninguno reconocía, llamando su atención por sus distintivas flores de finos pétalos blancos con diminutos bulbos amarillos en las puntas.
Tras un minucioso estudio, publicado recientemente en la revista Phytotaxa, los científicos confirmaron que se trataba de una especie completamente nueva para la ciencia, a la que bautizaron como Tessmannia princeps. El nombre "princeps", que significa "más eminente" en latín, no fue elegido al azar: el árbol sobresale literalmente por encima del dosel de la selva tropical. Con un tronco que puede alcanzar los 2,7 metros de diámetro, esta especie tiene otra característica fascinante: su método de reproducción. Utiliza un sistema llamado "dehiscencia explosiva", disparando literalmente sus semillas desde sus vainas.
Pero quizás lo más sorprendente de este coloso es su edad. Según declaró el autor del estudio Andrea Bianchi a Mongabay, el análisis de un ejemplar caído reveló que estos árboles podrían tener entre 2.000 y 3.000 años de antigüedad. Su crecimiento es extraordinariamente lento, necesitando hasta 15 años para ganar apenas un centímetro de circunferencia.
El T. princeps también destaca por sus características botánicas únicas. Posee el mayor número de foliolos jamás observado en su género, con hasta 48 por hoja, convirtiéndose en la decimocuarta especie identificada dentro del género Tessmannia desde su descubrimiento hace más de un siglo.
Sin embargo, la supervivencia de esta especie antigua no está garantizada. Los investigadores solo han encontrado aproximadamente 100 ejemplares maduros en dos poblaciones cercanas. Actualmente, la especie está clasificada como Vulnerable en la Lista Roja de la UICN.
Por suerte, el T. princeps crece dentro del Corredor Udzungwa, un ambicioso proyecto de restauración forestal que busca reconectar fragmentos de selva tropical y preservar su biodiversidad. Según el estudio, esta iniciativa es clave para garantizar la supervivencia de una especie que ha permanecido escondida a plena vista durante siglos.
Editado por Felipe Espinosa Wang con información de Phytotaxa, Mongabay, Phys.org y The Debrief.
Se dieron de baja casi 40 cuentas de TikTok relacionadas con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), a través de las cuales se reclutaba a personas bajo falsas ofertas laborales.
En conferencia de prensa, el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch, dio a conocer las acciones que se han realizado tras la detención de José Gregorio “N”, alias ‘El Lastra’.
Este sujeto es identificado como presunto reclutador del CJNG involucrado en el caso de Teuchitlán (municipio de Jalisco donde se ubica el rancho Izaguirre, lugar al que eran enviadas las personas reclutadas en redes sociales para su respectivo adiestramiento).
De acuerdo con Harfuch, a raíz de la detención de ‘El Lastra’ se realizó una búsqueda y análisis de múltiples perfiles en redes sociales. El secretario indicó que estas cuentas estaban ligadas “con el reclutamiento de personas para su incorporación a actividades de la delincuencia organizada”.
En total se dieron de baja 39 cuentas de TikTok, la red social china donde los usuarios comparten videos cortos en formato vertical. Esto luego de que se solicitara al proveedor de servicios de la información desactivar dichos perfiles.
De ese total, más de una decena se identificaban abiertamente como integrantes del cártel de las “cuatro letras”, como también se le conoce al CJNG. Los perfiles que se dieron de baja son:
De acuerdo con el secretario Harfuch, el CJNG reclutaba a personas en redes sociales. Para ello, se publicaban ofertas laborales falsas con el objetivo de enganchar a jóvenes que buscaban empleo.
Gran parte de las ofertas tenían que ver con el puesto de guardias de seguridad y se ofrecía un sueldo de entre 4 mil y 12 mil pesos mensuales. En caso de que una persona estuviera interesada, la citaban en distintas centrales de autobuses de Jalisco.
Posteriormente, era trasladada al rancho Izaguirre, ubicado en el municipio de Teuchitlán. En ese lugar permanecía un mes privada de su libertad. Durante ese tiempo, recibía adiestramiento para el manejo de armas de fuego.
“Los reclutas, al llegar al lugar, dejaban sus pertenencias y eran uniformados con ropa y botas tácticas. También les quitaban los celulares”, detalló Harfuch. En caso de resistirse o intentar escapar, eran asesinados.
Una vez cumplido ese tiempo, los reclutas eran evaluados según sus aptitudes y condiciones. Con base en ello, les asignaban determinadas tareas y eran enviados a distintas partes del país donde tiene presencia el CJNG.
José Gregorio, alias ‘El Lastra’, era quien encabezaba esta red de reclutamiento. Este sujeto se involucró en estas actividades entre mayo de 2024 y marzo de 2025.
Sin embargo, a raíz del hallazgo realizado por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco en el rancho Izaguirre a inicios de este mes, El Lastra intentó dar por terminada su actividades de reclutamiento.
Según Harfuch García, El Lastra sostuvo una reunión con Gonzalo Mendoza Gaytán, alias El Sapo‘, un alto mando del CJNG. El encuentro se realizó el 10 marzo en Puerto Vallarta. Supuestamente, Gregorio recibió la orden de “terminar las actividades de adiestramiento”.
El pasado 20 de marzo, El Lastra fue detenido en la Ciudad de México (CDMX) junto a una mujer. Desde septiembre del año pasado a la fecha, otras 48 personas vinculadas a actos de reclutamiento han sido detenidas.
*Extraído de a red
🚨🇨🇳CHINA TURNS DESERT THE SIZE OF DENMARK GREEN—43,000 KM² RECLAIMED WITH MASSIVE ECOLOGICAL PUSH
— Mario Nawfal (@MarioNawfal) March 23, 2025
Part of China’s Great Green Wall project, the effort stabilizes soil, curbs desertification, boosts agriculture, and improves air quality.
This is one of the world’s largest… https://t.co/IvGFHrGH1o pic.twitter.com/JFLAMJcWiB
Turning the "Sea of Death" Green! 💚 For over 40 years, China has battled the Taklamakan Desert, painstakingly laying grass grids and restoring vegetation. Today, on Nov. 28th. 2024, that dedication culminates in a completed 3,046km "green collar"—a testament to human resilience… pic.twitter.com/kjq0Sn1YgT
— Shenzhen Channel (@sz_mediagroup) November 29, 2024
La historia de Santos Laguna es un ejemplo de perseverancia y crecimiento constante. Aunque fue fundado en 1983, la historia del equipo lagunero comenzó un año antes. Según explica el mismo club en su portal oficial, en 1982 el equipo de segunda división, Los Tuberos de Veracruz, desaparecieron del circuito de plata en México y cedieron su franquicia al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), la cual fue trasladada al Centro Vacacional de la Trinidad, ubicada en Santa Cruz, Tlaxcala, de donde se tomó el nombre para crear al Club Santos de la Trinidad.
Un año más tarde, el IMSS Gómez Palacio fue reforzado por un equipo amateur llamado Asturias de Gómez Palacio, surgiendo el representativo de la ciudad de Gómez Palacio. Los cuales se coronaron del torneo nacional del IMSS y obtuvo como premio una franquicia en la segunda división B.
Poco después, empresarios laguneros consiguieron la franquicia de Santos de la Trinidad y la entonces Federación Mexicana de Futbol autorizó su cambio a la ciudad de Torreón.
Un 4 de septiembre de 1983, el ahora Club Santos IMSS Laguna debutó en Segunda División B con una victoria de 2 por cero a Bachilleres de Jalisco, con anotaciones de Leobardo Ávalos y Jose Luis Rodríguez “El Puma”
Sus primeros años estuvieron marcados por logros importantes, como la conquista del primer título de Liga en 1996. Sin embargo, fue a partir de principios del siglo XXI cuando los Guerreros consolidaron su posición como una de las nuevas potencias del fútbol mexicano, acumulando títulos y participando en torneos internacionales.
La llegada de Grupo Orlegi en 2013 marcó un antes y un después en la historia de Santos Laguna. Con una visión a largo plazo y una inversión significativa en infraestructura y desarrollo deportivo, el club logró consolidar su proyecto y alcanzar nuevos niveles de competitividad.
La construcción del Territorio Santos Modelo, un complejo deportivo de primer nivel, fue un hito fundamental en la historia de la institución. Este moderno complejo ha permitido a los Guerreros contar con las mejores condiciones para entrenar y desarrollar a sus jugadores.
Santos Laguna se ha destacado por su compromiso con la formación de jugadores. Las Fuerzas Básicas del club han sido una fuente inagotable de talentos que han llegado al primer equipo y a otros equipos del fútbol mexicano. Además, la institución ha desarrollado una importante labor social en la comunidad, apoyando diversas causas y promoviendo valores como el respeto, la igualdad y la inclusión.
Hijo de una cubana practicante del vudú y del culto africano Palo Mayombe, Adolfo Constanzo se formó desde chico en esas creencias. Había nacido en Miami, pero a los 20 años se fue a México, donde tomó contacto con el mundo del narcotráfico. En un cóctel explosivo donde combinó el negocio de las drogas con sus viejas creencias, comenzó a realizar sacrificios rituales de seres humanos para acrecentar su poder.
Aun después de haber superado la náusea, los policías de Matamoros, curtidos en las atrocidades del mundo criminal de México, seguían sin poder dar crédito a lo que les mostraban sus ojos: dentro de un caldero ennegrecido por el hollín, en un caldo de sangre, encontraron la cabeza hervida de un hombre, parte de una columna vertebral, algunos otros huesos y una herradura. Parado al lado de los agentes, con las manos esposadas, el narcotraficante Serafín Hernández, que había llevado a la policía hasta el rancho Santa Elena, tampoco podía creer lo que le estaba pasando.
Serafín había cometido el error de creerse invisible y por eso, en lugar de huir, había intentado pasar a través de un control de caminos con otros tres cómplices en una camioneta cargada con marihuana. No es que estuviera loco, sino que creía al pie de la letra lo que su jefe, el narco Adolfo de Jesús Constanzo, les decía a sus acólitos: que si cumplían el ritual de matar personas y comer sus restos nadie podría verlos.
La cabeza, se sabría después, pertenecía al estudiante estadounidense Mark Kilroy, de 21 años, desaparecido en Matamoros el 14 de marzo de 1989, casi un mes antes de ese 11 de abril que encontró a Serafín y los policías junto al caldero.
No fue el único hallazgo de ese día. Perdido por perdido, Serafín también les contó a los policías que había varios cadáveres enterrados en un sector del rancho. Por fuera de los protocolos que marca la ley, los agentes obligaron al narco que se había creído invisible y a sus tres cómplices a desenterrarlos con unas palas que había en un galpón.
Para la noche habían desenterrado quince cuerpos, todos mutilados, cuyos cerebros y otros órganos y huesos habían sido utilizados en rituales similares. Se pudieron identificar a doce víctimas, entre ellas a Killroy, pero jamás se pudo conocer la identidad de los otros.
En los interrogatorios, Serafín contó que casi todos los muertos eran narcos rivales, pero que Killroy, a quien él mismo había secuestrado, había terminado ahí por otra razón: Constanzo les había ordenado que secuestraron a un blanco que hablara inglés para hacer un ritual que les daría aún más poderes.
Frente a todos esos horrores, la cantidad de droga incautada en el rancho -que sumaba varias toneladas- quedó en un oscuro segundo plano. Los medios mexicanos -y los de Texas, de donde provenía Kilroy- se centraron en los asesinatos rituales y pronto encontraron un nombre para bautizar a la banda que los había cometido, “la secta de los narcosatánicos”.
Esa manera llamarlos era un error, porque el líder del grupo narco, Adolfo Constanzo, alias “El Padrino”, de 27 años, distaba mucho de practicar el satanismo, sino que era devoto de un culto mucho menos conocido y mucho más oscuro, a cuyos supuestos poderes utilizaba para poder llevar adelante su verdadero negocio, el tráfico de drogas, y eliminar a sus rivales.
Adolfo de Jesús Constanzo, de origen cubano estadounidense, nació en Miami el 1° de noviembre de 1962, pocos meses después de que su madre Delia Aurora González, embarazada, huyera de la isla en el marco de la crisis de los misiles soviéticos.
Delia tenía 15 años cuando nació Adolfo y después tendría tres hijos más, de diferentes parejas. De Miami, emigraron a Puerto Rico, donde el futuro marco fue bautizado e incluso se desempeñó como monaguillo en una iglesia de San Juan. Posiblemente fuera una cobertura ideada por su madre para que no la echaran de los Estados Unidos, porque Delia había sido criada en las creencias del Palo Mayombe, un culto desarrollado por esclavos de África Central que fueron llevados a Cuba.
Prueba de que la madre de Adolfo no había abandonado sus creencias, sino que quería profundizarla fue un viaje de varios meses que hicieron juntos a Haití, para aprender los rituales del vudú.
El Palo Mayombe, también conocido con el nombre de Congo, y el vudú haitiano no eran incompatibles, sino todo lo contrario: en los dos casos los sacrificios de animales son parte fundamental de sus rituales. Que con los años Adolfo pasara de degollar gallinas y otras aves a utilizar seres humanos habla de que hizo sus propias lecturas de esos asuntos.
Cuando tenía 20 años, el futuro “Padrino” del narco emigró a Ciudad de México con la intención de convertirse en modelo y actor, pero como no encontró muchas puertas abiertas a su vocación, comenzó a ganarse la vida lector de cartas de tarot, sanador, clarividente y mago.
Tuvo un éxito inesperado, lo que le valió que pronto buscaran sus servicios personas de alto poder económico, desde políticos y empresarios hasta actores y actrices, a los que no demoraron en sumarse algunos jefes narcos.
Con ellos también empezó a practicar los rituales que había aprendido en la infancia, con sacrificios de animales que iban desde ovejas y pollos, hasta cebras, serpientes y caballos. Con ellos, aseguraba, se obtenía poder para obtener lo que cada cliente se proponía.
Le iba realmente bien, pero el contacto con el mundo del narcotráfico -y el dinero que movía- lo tentó a combinar el ocultismo con la droga. Intentó asociarse a algunos de sus clientes que se dedicaban al narco, pero no tuvo suerte. Si quería hacer lo que se proponía debía cambiar de escenario. Así fue como se trasladó de la capital mexicana a Matamoros.
Lo siguieron tres de sus hombres más fieles, Omar Orea, Jorge Montes y Martín Quintana. Y también una estudiante estadounidense de Antropología llamada Sara Aldrete, que había llegado a México para estudiar las culturas indígenas pero se había vinculado a una familia narco, los Hernández.
Cuando Sara conoció a Adolfo decidió cambiar de bando y pronto se convirtió en su pareja y principal colaboradora, la temible “Madrina”.
En Matamoros, “El Padrino” montó su cuartel general en el rancho Santa Elena y desde allí montó su red de narcotráfico. Para lograrlo, se enfrentó a las bandas que operaban en la región, a las que les fue ganando espacio en muy poco tiempo.
Constanzo siempre creyó que esas victorias no se debían solamente al poder de fuego de su banda sino otro poder mucho menos visible y estruendoso, el de los espíritus de los muertos que sumaba en sus sacrificios humanos y las pócimas que preparaba con sus cadáveres.
El ritual con el que fue asesinado Mark Kilroy muestra cómo operaba. Después de secuestrarlo, ya en el rancho, Constanzo y sus hombres lo torturaron y lo violaron hasta que finalmente lo mataron dándole un machetazo en la nuca.
Dejaron descomponer el cuerpo durante casi un mes, le cortaron la cabeza y después, insertando un cable en la columna vertebral, la desprendieron del cuerpo. También le amputaron las piernas desde las rodillas.
La cabeza de Kilroy fue a parar el caldero junto con parte de la columna y los huesos amputados de las piernas, para hervir todo en la propia sangre del muerto, mientras que el resto del cuerpo fue enterrado en un área del rancho donde la banda tenía un verdadero cementerio de víctimas.
Beber la pócima que salía de toda esa mezcla -a la que se sumaba una herradura- era lo que, decía Constanzo, hacía a sus hombres poderosos, invisibles e invencibles.
Esa fórmula sirvió para que Serafín Hernández y sus tres compañeros se hicieran invisibles para la policía, pero lo cierto es que “El Padrino, “La Madrina” y no pocos de sus cómplices lograron esfumarse. No por volverse invisibles, sino porque huyeron a tiempo a Ciudad de México, donde tenían propiedades y “casas seguras” en previsión de malos tiempos.
En la capital mexicana, Constanzo, Sara Aldrete, Omar Francisco Orea Ochoa, Martín Quintana Rodríguez, y Álvaro de León Valdés, alias “El Duby”, se refugiaron en un departamento de la calle Río Sena de la colonia Cuauhtémoc, muy cerca del Paseo de la Reforma.
Allí se enteraron por los diarios y la televisión de que, al descubrir el ritual que la banda había usado con los asesinados de Matamoros, ahora la policía les adjudicaba también una serie de muertes ocurridas en el Distrito Federal, ocurridas antes de que la banda se fuera de allí.
Además, por viejas rivalidades, la ciudad no era un territorio seguro para Constanzo y los suyos: había más de un jefe narco con vinculaciones policiales que no dudaría en denunciarlo para tomarse revancha o, simplemente, sacárselo de encima.
La información sobre el paradero y los movimientos del “Padrino” corrieron como un reguero de pólvora en el submundo narco, de donde no demoró en convertirse en un dato cierto para las autoridades.
El 6 de mayo de 1989, el edificio de la calle Río Sena donde estaba el departamento de Constanzo y los suyos amaneció rodeado. Tres de los miembros de la banda fueron atrapados cuando tuvieron la peregrina idea de salir caminando porque, al ser invisibles, la policía no los vería.
En cambio, Constanzo, Sara Aldrete, otro cómplice de apellido De León y Quintana Rodríguez decidieron resistir. Además de disparar contra la policía con el arsenal que guardaban en el lugar, comenzaron a quemar fajos de dinero en una estufa y a arrojar una lluvia de billetes por las ventanas con la intención de crear confusión. No les dio resultado.
“El Padrino” no estaba dispuesto a dejarse detener y terminar en la cárcel. Cuando las balas se estaban agotando y se supo definitivamente perdido, le ordenó a De León que los matara a él y a Quintana Rodríguez. Al principio, el hombre no quería hacerlo.
-Si no me matas, sufrirás en el infierno – lo amenazó entonces Constanzo.
Aterrorizado por ese eterno futuro ardiendo en las llamas, el hombre disparó, primero a Constanzo y después a Quintana, antes de entregarse con “La Madrina” a la policía.
Sara Aldrete nunca confesó su participación en los asesinatos y el tráfico de drogas de la banda de Constanzo, y sostuvo siempre que no sabía nada de eso y que apenas estaba iniciando el proceso para ser integrante del culto.
Años después escribió su autobiografía, Me dicen la narcosatánica, que fue un éxito de ventas.
Por Naturella