viernes, 19 de abril de 2024

Ruptura de una amistad


 


Muchas personas han experimentado la perdida y el dolor que puede causar una amistad fallida y con el que puede ser difícil de reconciliarse. Aquellas máximas de que los amigos son la familia que elegimos, que las parejas vienen y van pero la amistad es para siempre, pueden convertirse en expectativas demasiado elevadas. Ninguna relación humana puede estar a la altura. 

Pero el duelo por la pérdida de una amistad es algo bastante más complejo de lo que podríamos pensar. Aunque no se pueda describir exactamente como un corazón roto, «sí que se parece a una ruptura de pareja en el sentido de que, de pronto, queda un vacío en cuanto a lo emocional y en cuanto al tiempo que pasabas con esa persona, y el espacio que le dedicabas. Sobre todo, ese dolor y ese vacío emocional son similares», comenta la experta.

Romper con un amigo o una amiga es un tipo específico de duelo. «Por ponerle una etiqueta, estaríamos hablando de un duelo por ruptura. Pero cada duelo tiene unas particularidades, no es lo mismo el duelo por el fallecimiento de alguien, que el duelo por la muerte de un animal que forma parte de la familia y vive en casa, que el de una relación de pareja, donde se suele volcar todo, que el de una amistad. También depende de la relación de amistad, si era muy íntima, si era tu persona de confianza. Puede ir desde una traición hasta una pena muy profunda. Porque la pérdida de algo muy significativo duele mucho y se acompaña de emociones como tristeza, ansiedad, culpa».

La diferencia es que, en el caso de una ruptura de pareja, lo que había era un plan de vida. Mientras que con los amigos no suele haber ese plan en común que se rompe.

Así, en las amistades, las rupturas pueden ser de distintos tipos. «Pueden deberse a una traición, a un enfado, pero también puede ser que los caminos de la vida nos vayan llevando a otro lado, que haya cambios de valores a medida que pasa el tiempo y cada uno va haciendo su vida. En ese caso, es una ruptura más suave, porque a la vez que se van separando estos caminos se van construyendo otros que uno quiere».

El dolor y las emociones que uno sienta al acabar una relación de amistad dependerán de cómo haya sido ese vínculo y del tipo de conflicto que haya causado el distanciamiento, así como las explicaciones que cada uno le dé a este. Por esta razón, lo primero que debemos hacer es intentar aceptar las emociones que aparezcan.

«Hay que normalizar las emociones y validarlas: es normal que sienta esto, porque he sufrido una pérdida. Tomar contacto con ellas para procesar esa pérdida, ver qué ha podido salir mal, ver si me puede aportar algún aprendizaje. Todas esas emociones, que son idiosincráticas al proceso de pérdida, tienen que estar ahí. Si luchamos contra ellas o intentamos que se vayan, no podremos superar de manera adecuada la pérdida», advierte experta.

Encontrar el sentido de la ruptura también es importante. Pero no podemos dejarnos engañar por los motivos que encontramos cuando las emociones nublan nuestro juicio. «A veces, hacen más daño las explicaciones que uno mismo le da a la situación, porque se pueden añadir sentimientos de culpa, de rabia, de abandono. Eso puede causar más dolor que el problema real. Porque cuando alguien se distancia de nosotros, podemos empezar a machacarnos pensando: qué me pasa, por qué todos me abandonan, esto me pasa por confiar en las personas. Pero no, estas cosas pasan porque pasan. La vida nos lleva por caminos distintos y las personas son capaces de querer a quienes son capaces de querer. A veces puede tener que ver con algo que yo hiciera, y en ese caso, si lo veo, tendré que corregirlo para evitar futuras situaciones similares.

«Normalmente, cuando un vínculo se rompe, suele ser porque ha pasado algo en ambas direcciones, que no estaba bien ese vínculo. Está bien integrar lo que ha pasado para que podamos aprender de ello y luego darle espacio y sentido al duelo. Un duelo puede durar un mes o un año, pero no puede tener prisas».

En definitiva, se trata de un proceso de aceptación que implica hacerse cargo de todo lo que esta pérdida traiga a la superficie. «Aceptarlo implica asumir qué sentimientos me provoca. Asumir mi tristeza, mi enfado, mi decepción. Pero verlas sin engancharme a ellas. Cada uno en cada momento de la vida necesita las cosas que necesita y la otra persona eligió. Entonces, lo importante es no machacarse, no añadir emociones que empeoran el dolor: ira, envidia, abandono. La separación no tiene nada que ver con esas emociones que nos vienen a entorpecer y agravar el duelo». Concluyó.





Por Naturella