Desde el mundo árabe hasta las cocinas mexicanas, las albóndigas con chile pasilla y huevo duro narran una historia de mestizaje y tradición familiar.
Hay platillos que cuentan historias más allá del sabor, y las albóndigas mexicanas son una de esas herencias que han cruzado fronteras, religiones y generaciones. Nacieron en el mundo árabe, viajaron con los conquistadores a España y, siglos después, se transformaron en México en un guiso lleno de identidad: las albóndigas con chile pasilla y huevo duro.
El término "albóndiga" proviene del árabe al-bunduq, que significa "bola pequeña". Durante la ocupación árabe en la península ibérica, este platillo se popularizó como una preparación humilde, hecha con carne molida y especias.
Con la llegada de los españoles a América, la receta viajó en los barcos, junto con el trigo, el arroz y las técnicas de guisado. Pero al llegar a las cocinas novohispanas, todo cambió: las monjas y cocineras indígenas sustituyeron las especias del Medio Oriente por los chiles secos y hierbas de olor. Así nació una nueva versión, mestiza y local.
El alma del guiso: el chile pasilla
Si hay un ingrediente que define a las albóndigas mexicanas es el chile pasilla, uno de los chiles secos más nobles y aromáticos de México. Su nombre viene de “pasa”, por su color oscuro y textura arrugada.
Originario del centro del país, se cultiva en estados como Puebla, Guanajuato y Oaxaca, y se caracteriza por su sabor ligeramente dulce, con notas de cacao y frutos secos. Cuando se tuesta y muele, libera un aroma profundo que convierte a la salsa. En este guiso, el pasilla se licúa con jitomate, ajo y cebolla para formar una base terrosa, sedosa y equilibrada.

Ingredientes:
Preparación:
- Hidrata y limpia los chiles pasilla, retirando las semillas y venas. Tuéstalos ligeramente en comal, sin quemarlos, y remójalos en agua caliente.
- Licúa los chiles con jitomate, ajo, cebolla, comino, orégano y una taza del agua de remojo. Cuela la mezcla.
- Fríe la salsa en un poco de aceite hasta que espese y cambie de color. Agrega sal al gusto.
- Mezcla la carne molida con el arroz, el pan remojado, el huevo crudo, sal y pimienta. Forma bolas medianas e introduce un trozo de huevo duro en el centro de cada una.
- Sella las albóndigas en una sartén con un poco de aceite para darles firmeza.
- Incorpora a la salsa y deja cocinar a fuego bajo por unos 25 minutos. Si es necesario, añade un poco de caldo para ajustar la consistencia.
- Se sirven calientes, acompañadas de arroz rojo y tortillas recién hechas.
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